Bruja Mala Nunca Muere by Kim Harrison

Bruja Mala Nunca Muere by Kim Harrison

autor:Kim Harrison
La lengua: es
Format: mobi
Tags: Tinieblas
ISBN: 9788498004595
editor: La Factoría de Ideas
publicado: 2009-08-17T16:00:00+00:00


Capítulo 19

—Entonces, señorita Sara Jane, ¿la jornada partida no es un inconveniente para usted?

—No, señor. No me importa trabajar hasta las siete si puedo tener tiempo libre a medio día para hacer recados y esas cosas.

—Le agradezco su flexibilidad. La sobremesa es para la contemplación. Yo trabajo mejor por las mañanas y por las tardes. Solo se queda un pequeño grupo de empleados después de las cinco y la ausencia de distracciones me ayuda a concentrarme.

El sonido del amable personaje público de Trent me devolvió a la consciencia, despertándome de golpe. Abrí los ojos sin entender por qué todo era en blanco y negro. Entonces lo recordé. Seguía siendo un visón, pero estaba viva. Apenas.

Las voces alternativamente grave y aguda de Trenton y Sara Jane continuaron mientras me incorporaba temblorosa y descubría que estaba en una jaula. El estómago me dio un vuelco y sentí náuseas. Me volví a tumbar, esforzándome por no vomitar.

—Estoy agotada —musité. Trent me miraba de reojo a través de sus gafas metálicas mientras hablaba con una delgada joven con un traje claro.

Me dolía la cabeza. Si no tenía una conmoción, me faltaba poco. También tenía dolorido el hombro derecho, con el que había golpeado contra el escritorio, y me dolía al respirar. Me pegué la pata derecha al cuerpo e intenté no moverme. Miré fijamente a Trent e intenté comprender qué había pasado. No veía a Jenks por ninguna parte. Eso es, recordé aliviada. El logró salir. Se habrá ido a casa a por Ivy, aunque no creo que puedan hacer nada por mí.

En la jaula había una botella con agua, un cuenco con pienso, una casita lo suficientemente grande para poder acurrucarme dentro y una rueda giratoria. Como si fuese a tener ganas de usarla, pensé amargamente.

La jaula estaba colocada sobre una mesa, al fondo de la oficina de Trent. Según la luz de la falsa ventana, solo habían pasado unas horas desde el amanecer. Demasiado temprano para mí, así que pensaba meterme en la casita a dormir. Me daba igual lo que pensase Trent. Con un profundo suspiro, hice un esfuerzo por levantarme.

—Hi, hi —chillé con una mueca de dolor.

—Oh, tiene usted un hurón de mascota —exclamó Sara Jane.

Cerré los ojos abatida. No soy un hurón, soy un visón. Que te quede claro, señorita.

Oí que Trent se levantaba de su asiento y percibí más que vi a ambos acercarse. Parecía que la entrevista había terminado y era la hora de observar al visón enjaulado. Sus cuerpos me taparon la luz y abrí los ojos. Estaban los dos sobre la jaula, mirándome.

Sara Jane tenía un aspecto muy profesional con su traje de corte clásico, perfecto para una entrevista de trabajo. Tenía el pelo rubio y largo hasta el pecho con un corte recto. La mujercita era mona como una muñequita y me imaginé que mucha gente no la tomaría en serio por su nariz respingona, su aguda vocecita de niña y su baja estatura, pero podía adivinar por la mirada inteligente de sus ojos que estaba acostumbrada a trabajar en un mundo de hombres y sabía cómo obtener resultados.



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